viernes, 6 de agosto de 2010

Azu.

Sí, hoy va sobre ella, y en realidad no sé ni por qué lo escribo. Supongo que cuando necesitas o echas de menos a esa persona, es mejor escribirlo aquí que decírselo. A veces, es mejor callarse las cosas y dejarlas tal como están.

No me gusta lo que ha pasado, no me gusta que ya no seamos amigas ni me gustan muchas cosas. Es el segundo año que no le apetece disfrutar el verano, y en realidad es su vida no la mía, no puedo manejarla ni darle órdenes ni mucho menos echarle en cara que haga lo que le de la gana, porque tiene que hacer eso, ya es mayorcita.
Además no está pasando buenos momentos y lo comprendo, perfectamente además.

Sin embargo, cuando estás a punto de irte y sabes que la distancia hace el olvido, te hace actuar de una manera y pensar cómo serían las cosas si fuesen de otra manera. Todo sería más fácil si un sólo día de este maldito verano se dignase a llamarme, sólo por recordar viejos tiempos o para poder apoyarla o sólo reirnos.

Creo que mi función ahora mismo es dejarla en paz y dejar que tome decisiones, y en el momento en el que se caiga (si eso pasa y espero que no) estar ahí la primera para apoyarla o al menos seré una de las que esté, porque aunque no aparezcamos, hay más gente que la apoya, aunque pase por completo.

De todas maneras, no quiero que se vaya, ni quiero que ésto termine. Era una bonita amistad y creo que hemos pasado muchas cosas juntas como para que ahora pase esto. Sin embargo creo que ella no lo ve de la misma manera, si sólo necesita pasar dos días fuera de casa y uno de ellos no lo hace conmigo, opino que no necesita una amiga como yo y basta. Hemos dicho adiós, pues ya está.

Hoy sólo quería decir que la echo de menos. Porque aunque tenga a mil personas a mi alrededor, las que han estado ahí mucho tiempo no se olvidan, siempre están, no se puede sustituir a una persona por otra, y mucho menos a alguien como Azucena.