domingo, 16 de mayo de 2010

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Iba protegida, con botas de agua para no encharcarse. Siguió caminando y delante vio un charco. En vez de esquivarlo, sonrió y lo pisó de lleno. La sonrisa se desdibujó de su cara en cuanto notó que el pie le fallaba y se caía en un sin fondo. Lo que el pie había pisado era un charco falso que de repente, se había convertido en un mar enorme lleno de aguas disturbias con olas que venían por todas partes y daban golpes y lo revolvían todo. Ahora el agua la envolvía por completo. No sólo se había mojado los pies sino también la ropa, el cuerpo e incluso el corazón. Se ahogaba. Era un mar que parecía no tener superficie, seguía hundiéndose, nunca saldría a flote. Parecía que nunca iba a acabar, pero la verdad es que era ella misma quien no luchaba por salir a la superficie.

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