Despacito se va haciendo el caminito.

Avanzaba con una lentitud insoportable. Utilizaba segundos, minutos y horas para dar un simple paso. Quizás necesitaba días, meses e incluso años. Aquello era desesperante. Caminaba lento. Ya no era la misma desde entonces. Ya no volvería a serlo nunca jamás. Lenta siempre lenta. Era mejor así. Sin pausa, pero sin prisa, mejor lenta que parada. Maduraba lentamente, pero lo hacía con firmeza. Ahora sabía que tras las murallas que había logrado construir y tras las que había conseguido ocultarse ya no podrían hacerle daño. Le había llevado años dar ese paso... Ese paso que significaba esconder su corazón.